En lo más duro de esta pandemia, cuando todos estábamos confinados en casa bajo el estado de alarma y las cifras de ingresos hospitalarios y muertes nos sobrecogían día tras día, surgió de forma espontánea en la ciudadanía una forma de reconocimiento y agradecimiento a nuestros sanitarios, aquellas mujeres y hombres que se exponían en primera línea para salvarnos y salvar a nuestros seres queridos de un virus desconocido y muy agresivo.
Hoy, seis meses después, ya no se escuchan los aplausos en los balcones, pero los datos de contagios han vuelto a igualarse con los del pasado abril. Una mayor incidencia que ha cargado de trabajo a los profesionales de atención primaria, sin embargo nuestros sanitarios sienten más las críticas que los aplausos de hace meses, en un momento clave para frenar la expansión de la pandemia. Por ello piden dos cosas a la ciudadanía, comprensión con la actual situación y responsabilidad con el respeto de las medidas de seguridad.
La atención primaria en los centros de salud ha debido de cambiar su forma habitual de trabajo y adaptarse a esta situación, haciendo de tapón para no sobrecargar los hospitales. Esto ha sido posible a costa de reordenar las prioridades asistenciales en el propio centro, pero siempre buscando la mayor seguridad para los pacientes.
En buena medida nuestra seguridad y la de nuestras familias están en manos de estos profesionales a los que no se les puede dejar de reconocer su vocación, su implicación y el enorme riesgo que asumen para sí y los suyos con su desempeño los siete días de la semana.
