Los lapsus suelen suceder cuando realizamos tareas muy aprendidas y que, habitualmente, tenemos automatizadas. Pueden suceder también, cuando estamos preocupados, distraídos o tenemos pensamientos que nos abstraen, como por ejemplo pensar en alguna cosa que debemos hacer el día siguiente. Todos hemos sufrido ese momento en el que nos quedamos en blanco o perdemos el hilo.
La edad y determinados hábitos pueden influir en la aparición, con mayor frecuencia, de este tipo de episodios en los que la memoria nos juega una mala pasada.
En cualquier caso ya sabemos que son pequeñas desconexiones que nos pueden pasar a todos, aunque debemos estar atentos y contactar con un especialista cuando se produzcan de manera frecuente.