Estas últimas semanas toda nuestra atención está puesta en la evolución de la pandemia del coronavirus. Nuestra preocupación y la incertidumbre que se presenta cuando vemos tambalearse el día a día en el que estamos acostumbrados a vivir despierta también una gran respuesta solidaria. La crisis sanitaria que está atravesando el primer mundo y que es global puede ser un estimulo para recordarnos que existen lugares en nuestro planeta en los que esas situaciones de emergencia no son la excepción si no la norma. Eso ocurre en buena parte del continente africano y por ello desde hace años hay colectivos y asociaciones que trabajan en mejorar las condiciones de vida en aquellos lugares. Uno de esos colectivos es Misioneros de la Esperanza, una agrupación de católicos laicos que desarrolla un proyecto en la república del Chad y al que se han querido sumar desde el IES Los Montecillos.
Francisco nos explica que desde Misioneros de la Esperanza se habilitó un taller textil en el Chad para ofrecer a los jóvenes de la región un posibilidad laboral y un futuro mejor. Una forma de ayudar es contribuir a que ese taller produzca y su trabajo sea rentable. En ello se implicó el centro de enseñanza de Coín que el pasado 31 de enero, con motivo del día de la paz, quiso poner su granito de arena con este proyecto solidario.
En estos tiempos de crisis global, cuando somos conscientes de nuestra fragilidad es quizá cuando es más necesario abrirse a la solidaridad.
