El pasado cuatro de mayo iniciábamos el proceso de desescalada con la Fase 0. Ello suponía que podían abrir sus puertas los establecimientos o locales minoristas y de actividades de servicios profesionales que estuvieran suspendidas por el estado de alarma, siempre que no tuviesen más de 400 metros cuadrados. A ello había que añadir una serie de medidas de obligatorio cumplimiento, como era atender con cita previa, no contar con zonas de espera en el local y adecuar el horario de forma preferente a personas mayores. Unos condicionantes que en la práctica supusieron que una parte importante del comercio local optase por permanecer cerrado. Uno de los sectores que más incertidumbre ha suscitado en estas semanas ha sido el inmobiliario. Primero por la imposibilidad de prestar un servicio completo al no poder enseñar su producto, y por otro lado por la situación económica que se avecina en un sector muy conservador y sensible a los vaivenes económicos.
Desde este pasado lunes 18 de mayo, con el salto a la fase 1, y la relajación de las medidas las persianas de diversos establecimientos han ido levantándose tras dos meses de cierre. La vuelta a la normalidad está siendo muy paulatina, y acompañada siempre de todas las medidas de seguridad necesaria.
El futuro es ahora mismo una incógnita en el sector, pendiente, como estamos todos de que finalmente la pandemia quede atrás y podamos centrarnos en recuperar el tiempo perdido en el ámbito económico y social.
