Cada año el 25 de septiembre se celebra el día mundial del farmacéutico, con el que se quiere destacar todo lo que hace la profesión farmacéutica para contribuir de manera integral a la mejora de la salud, a través del acceso a medicamentos seguros, eficaces y de calidad, pero también de los servicios asistenciales que se prestan en las boticas.
En este 2020 la fecha tiene un especial significado por las circunstancias en las que nos hemos visto inmersos, y por el desempeño que se ha puesto desde el sector en ser el primer punto de información y asistencia hacia el ciudadano durante la crisis, como nos cuentan en la farmacia García de Coín.
En este 25 de septiembre nos hemos acercado a una farmacia que acaba de cumplir 75 años de servicio diario a la ciudadanía de Coín, y que con sus dos titulares actuales, padre e hijo, suma ya cinco generaciones de farmacéuticos, que entre tradición y vocación abren cada día las puertas de su botica en la calle la feria.
Como decíamos al principio esta farmacia de la calle la feria ha visto desfilar por su puerta tres cuartos del último siglo de Coín. Una historia que Rafael hijo, escritor al mismo tiempo que boticario, se ha preocupado de documentar de la manera más fidedigna posible.
Tantos años dan para muchos cambios y como en el resto de la sociedad la era digital ha supuesto, también en este ramo, una auténtica revolución.
Al margen de la cuestión administrativa, la gran facilidad para tener acceso a los medicamentos ha reducido bastante la formulación magistral, que hace décadas era casi la única alternativa para buscar los remedios.
El lema de este año del día del farmacéutico es Tratando la salud global, y es que más allá de su labor de actuación directa, los farmacéuticos contribuyen a transformar la salud de todas las comunidades de manera global, tanto en lo que se refiere al medicamento, como a la salud en general mediante una comunicación cercana y constante con los pacientes.
Pero ese contacto permanente con la gente, ese ir y venir de historias, situaciones y dudas, viaja en las dos direcciones, y para Rafael Hijo, de momento el último eslabón de esta saga de farmacéuticos coineños, ese trabajo diario ha sido el que le ha hecho madurar, no solo cómo profesional, si no como persona.
Y tras esta charla en la rebotica no nos podemos ir de la farmacia García sin escuchar las palabras con las que Rafael padre se despide de los pacientes desde hace ya cuarenta años.
