Hace ahora un año que se instaló en nuestras vidas el SARS Cov 2, un tipo de coronavirus que ha llegado para cambiarlo todo en un periodo de tiempo muy corto. La enfermedad ha sido la más cruel y peor de las consecuencias de esta pandemia que ha costado ya demasiadas vidas y contra la que todo el planeta sigue luchando, pero además ha dejado, como cualquier agresión a esta escala a nuestra sociedad, una serie de daños colaterales. Muchos de ellos los vemos a diario, con nuestras calles vacías, las limitaciones de movilidad y de horarios, las restricciones de actividades… y de manera muy visual en esas persianas bajadas en miles de establecimientos que viven con angustia las consecuencias económicas que se suman a las sanitarias en esta crisis.
Y luego nos encontramos con otros efectos del coronavirus que no se ven. No podemos verlo porque simplemente la pandemia los ha borrado del mapa como si no existieran, a pesar de que en algunos casos son tradiciones de años, citas fijas e inalterables, llueva, granice o nieve… pero, con el SARS COV 2 hemos topado.
Cada mes son varios los ejemplos que nos deja este cambio drástico y doloroso de la realidad que impone la pandemia, hoy nos centramos en los hechos que no vivimos o en aquellos que debimos hacerlo de una forma muy diferente el pasado mes de enero.
Esas citas que deberíamos estar anunciando aquí, en su televisión local, y que tendrán que esperar a que las dichosas curvas de la pandemia enfilen la cuesta debajo de una vez por todas.
Comenzando por la primera noche del año. Y no sería por ganas, porque si hemos tenido ganas de celebrar algún fin de año en nuestras vidas ese ha sido el de 2020… pero, el sentido común dictaba que esa deseada despedida del año de la pandemia la hiciésemos en casa, por lo que una de las imágenes más icónicas del Coín reciente, la de su plaza del Pescao a rebosar de vecinos y visitantes quedaba pospuesta para mejor ocasión.
Lo mismo sucedía con una de las primera celebraciones del año, los reyes magos vinieron a Coín, como cada enero, pero no pudieron realizar sus recorridos tradicionales, ni visitar a nuestros mayores del centro de día, ni entregar regalos en el Centro del Doble amor, ni por supuesto tirar caramelos por las calles de Coín en una cabalgata que en este 2021 no pudo celebrarse. Los reyes magos, siempre muy cuidadosos en su labor, se preocuparon este año más que nunca de mantener el distanciamiento social.
Un distanciamiento que es una de las principales medidas de seguridad con las que contamos para combatir el virus y que ha implicado que nuestros bares y terrazas hayan estado cerrados durante estas primeras semanas del año, o que la campaña de rebajas se haya centrado sobre todo en el comercio online, en un año especialmente complicado para este sector.
El deporte, tan vinculado a Coín en diferentes disciplinas y tan presente en el día a día de los coineños también se ha visto muy afectado por las necesarias restricciones. Y todo un clásico como el Cross nacional de los llanos del nacimiento, con más de treinta años de historia en el atletismo andaluz de primer nivel, ha debido aplazarse. El virus ha logrado lo que ni la lluvia, ni los rigores del mes de enero habían conseguido en estas más de tres décadas, que no se corriese en el circuito de los Llanos.
Ese paraje, emblemático de Coín, es uno de los principales atractivos de nuestro municipio.
La combinación de naturaleza y deporte es uno de los principales reclamos que enarbola el área de turismo local cada vez que sale a los mercados del sector para presentar la oferta turística que Coín representa. La principal cita nacional en este ámbito es la feria internacional de turismo de Madrid, pero este año nos hemos quedado sin FITUR 2021.
La feria se canceló tras confirmarse que el pasado 2020 se había convertido en el peor curso de la historia para el sector turístico y la promoción de nuestro patrimonio y de los grandes atractivos de Coín deberán esperar a un mejor momento, en el que la movilidad se restablezca y podamos desplazarnos con total seguridad.
Precisamente vamos a hablar de un lugar que sí se ha revelado como especialmente seguro: los colegios. En los centros educativos de nuestra localidad los contagios no han pasado de lo meramente testimonial, y eso que eran uno de los focos que más preocupaba a la sociedad en general. Para mantener al virus alejado de los centros ha sido fundamental la labor exhaustiva de los equipos docentes y la colaboración de los padres y madres de alumnos y de los propios estudiantes en el respeto de las normas. Unas normas que en contrapartida nos han dejado sin poder disfrutar de citas y eventos que concentraban a gran parte de la comunidad educativa en patios, gimnasios o salones de actos. En enero cada año teníamos marcado el día 30 como el día de la paz y la no violencia, unos valores que este año se han trabajado en cada clase pero sin poder compartirlos en esos actos tan especiales que se organizan cada año.
Enero se fue, dejado como siempre días fríos, noches de temporal, nuevos propósitos e ilusiones renovadas y el deseo compartido por todos de un regreso cuanto antes a la vieja normalidad, esa de la que ni siquiera éramos conscientes y que ahora tanto echamos de menos. Mientras llega y para que no se olviden aquí seguiremos contándoles las noticias que son, y también las que debería ser.
